“El mundo está abierto para ti, tú decides lo que quieres hacer en él”
Lucila Izquierdo acaba de cumplir nada más y nada menos que 80 años. Esta maravillosa salmantina nació en el seno de una familia humilde, con una madre maestra y un padre sanitario que trabajaba en la famosa base militar de aviación de Matacán.
Lucila recuerda a su madre como una mujer extremadamente inteligente que siempre tuvo un objetivo claro y era que sus 4 hijos (2 chicas y 2 chicos) fuesen a la universidad. La madre de Lucila dejó de trabajar cuando se casó y pese a que asumía todas las tareas de la casa nunca quiso enseñarles a sus dos hijas cómo cocinar o coser, con la intención de que no se les pasara por la cabeza la posibilidad de quedarse en casa y no estudiar. Lucila ríe cuando recuerda que ella no sabía cocinar cuando se casó.
Su infancia fue muy feliz, estudió en un colegio de salesianas y con tan sólo 5 años empezó a poner foco en otra de sus grandes pasiones, el teatro, la cual nutrió durante muchos años.
Lucila siempre ha sido una mujer muy inteligente pudiendo estudiar durante varias etapas de su vida con becas, asimismo fue Premio Nacional de Bachillerato y Premio Nacional fin de carrera de de Ciencias Químicas Estudiando Ciencias Químicas en Salamanca, conoció a su marido, un hombre de letras que se enamoró de una mujer que ganaba premios en física, matemáticas… Por aquel entonces se prendó de ella entre el temor y la admiración y a día de hoy Lucila puede afirmar categóricamente que aquel hombre totalmente opuesto ha sido un gran compañero de vida facilitándosela enormemente durante todo este tiempo.
Lucila estudió la carrera con la intención de hacer una cátedra de instituto al terminar, Sin embargo, desechó esta idea cuando un profesor de la universidad le propuso para un Master en Ingeniería Nuclear organizado por el Instituto de Estudios Nucleares de la Junta de Energía Nuclear
Fue investigadora de la Junta de Energía Nuclear, transformada después en Centro de Investigaciones Energéticas Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), desde 1967 hasta su jubilación en 2012.
En estos centros ha desarrollado una amplia actividad en el campo de la energía, impartiendo cursos y conferencias en las áreas de seguridad nuclear y protección radiológica, percepción del riesgo tecnológico, análisis de sistemas energéticos, contaminación ambiental y política energética. Es autora de un amplio número de trabajos de investigación en estas áreas.
En el Ciemat fue directora del Instituto de Estudios de la Energía y Secretaria General. Ha sido también Consejera de ENRESA y Presidenta de la Sociedad Nuclear Española. Fue elegida por la revista Vogue, en 1992, como una de las treinta mujeres más influyentes de España.
Desde 2004 y hasta hoy, es voluntaria de la ONG Energía sin Fronteras, de la cual ha sido presidenta de la junta directiva durante algunos años., Esta etapa la considera una de las más felices y completas de su vida ya que le ha permitido ver el mundo de otra manera y colaborar en la tarea de alcanzar el acceso universal a la energía, objetivo fundacional de esta organización.
Como podéis ver una mujer maravillosa que sin duda alguna nos regalará una valiosa entrevista.
Buenos días Lucila y bienvenida a esta nueva edición de Grandes Historias de AEMENER.
Lucila, después de conocer tu historia tengo tantas preguntas que hacerte que no sé ni por dónde empezar.
Bueno, empezaré preguntándote por tu infancia y por dos pilares que creo que influyeron mucho en tu manera de ser y en tu posterior trayectoria: tu madre y el teatro ¿Cómo crees que han influido en ti?
Si, creo que mi madre era una mujer muy avanzada para su tiempo, tenía una inquietud por entender las razones de todo lo que sucedía en su entorno, y era una gran discutidora. Lo que me decían las monjas siempre era cuestionado en casa Todos nuestros amigos venían a merendar a casa para discutir sus problemas con mi madre. Los estudios eran lo primero en mi casa. Lo de no enseñarnos a coser o cocinar era un simple hecho, no quería que aprendiéramos. Mi madre ha sido mi referente. Durante muchos años he estado preguntándome qué pensaría mi madre sobre cualquier cosa que me preocupara.
El teatro me acompaño durante muchos años; el colegio en el que estudié abría sus puertas a los niños y niñas del barrio los domingos y para entretenerlos se representaba una función de teatro. Yo actuaba siempre. Cuando dejé el colegio, me incorporé al TEU (Teatro español universitario) de la Universidad de Salamanca y estuve hasta que terminé la carrera. Con el teatro aprendí a hablar vocalizando bien, a memorizar rápido, y a olvidarlo también, a interpretar diferentes papeles en una situación, a hablar en público y a perder el miedo escénico.
Gracias Lucila, y entrando más en tu etapa profesional eres un gran referente en el mundo nuclear de este país consiguiendo una gran notoriedad desde las etapas más iniciales de esta área. Recordemos que cuando te nombraron Directora del Instituto de Estudios Nucleares se estaban construyendo la mayoría de las Centrales Nucleares de España. Cuéntanos cómo fue esta etapa, cómo la viviste.
Si, fue una etapa muy interesante, lo nuclear se consideraba lo más avanzado de la investigación científica y tecnológica en aquella época y las instalaciones de la JEN eran las únicas en el país que permitían investigar sobre algunos procesos. Había un halo de misterio sobre lo que se hacía allí, que hace un par de años se ha despejado abiertamente. Yo me sentí totalmente feliz en el Instituto de Estudios Nucleares, en él hicieron parcialmente su formación nuclear la mayoría de los equipos técnicos de las primeras centrales nucleares españolas, y también todos los operadores de las instalaciones radiactivas del país en aquellos años. Cada año teníamos que diseñar nuevos cursos. La mayor parte de mis compañeros en la JEN se pasaron al sector eléctrico, yo no lo hice a pesar de tener las mismas oportunidades que ellos, entre otras cosas porque tenía ya tres hijos y mi marido trabajaba mucho, estar en la administración me permitía conciliar mejor mi vida laboral y personal; pero también porque no quería dejar mi actividad, fue una opción de la que no me arrepiento nada, siempre disfruté de mi trabajo y me sentía privilegiada por estar en un sitio que me permitía desarrollar toda mi iniciativa y ampliar constantemente mi formación y mi perspectiva del mundo.
Hay un punto en esta trayectoria en el que tuviste que adaptarte a las nuevas circunstancias y es cuando en 1986 se da el cambio de la Junta de Energía Nuclear a CIEMAT ¿Qué fue lo que supuso este cambio y cómo lo viviste?
Para mí solo fue ventajoso, al contrario que para muchos de mis compañeros. El Ciemat amplió sus objetivos a otras tecnologías energéticas, se añadieron nuevos departamentos: combustión, energías renovables, medio ambiente, El Instituto de Estudios Nucleares se transfomó en Instituto de Estudios de la Energía, del que yo seguí siendo responsable durante muchos años. Se amplió mi ámbito de conocimientos, a medida que lo hacía el propio Ciemat. Yo solo puedo decir que me sentí otra vez afortunada con este cambio. Tuvimos que adaptar todos nuestros conocimientos relativos al sector nuclea a los otros sectores energéticos. La industria nuclear fue pionera en muchas tecnologías, contaminación ambiental, garantía de calidad, análisis de riesgos etc … Se organizaron cursos nuevos sobre energías renovables, combustibles fósiles, contaminación, impacto ambiental, riesgos técnicos, Para mí, cada curso era una oportunidad de aprender nuevas cosas y nuevos enfoques. Yo aproveché todas las oportunidades Recuerdo los debates para la organización del primer curso sobre Delito ambiental (en colaboración con la Escuela de Organización Industrial y la Escuela de Práctica jurídica), como de los más interesantes de mi vida profesional. Y también personal.
Cuando nos conocimos me comentaste que Energía Sin Fronteras, organización en la que colaboras desde 2004 , ha sido una de las etapas más felices de tu vida. Cuéntanos por qué Lucila.
En 2004, con el cambio de gobierno, yo dejé mi puesto de Secretaria General del Ciemat y decidí quedarme allí para realizar algún trabajo más técnico. Me incorporé a la Unidad de análisis de sistemas energéticos, que yo misma había creado desde el Instituto de Estudios de la Energía. Como Secretaria General había tenido la oportunidad de participar, como representante del Ciemat en algunas reuniones preparatorias de la creación en 2003 de Energía sin Fronteras de la que el Ciemat es patrono fundacional. Al quedarme con menos trabajo, decidí hacerme voluntaria de Esf y pedí al DG del Ciemat que me permitiera dedicar a ello parte de mi tiempo laboral, como aportación en especie a la ONG. Asi fue. Desde entonces, y después de jubilada en mayor medida, he dedicado a Esf una gran parte de mi tiempo. En estos años he podido descubrir la tremenda desigualdad de nuestras sociedades, los problemas e injusticias que ello conlleva, la complejidad de sus soluciones, y la necesidad de hacer las cosas de otra manera para encontrar alguna mejora. No es lo mismo analizar la política energética desde la perspectiva de la UE o de la OCDE, como hice durante mucho tiempo, que hacerlo desde una perspectiva global. Verlo desde un punto de vista esencialmente tecnoeconómico, que desde su aspecto de servicio público habilitador de la mayor parte de los derechos humanos. Ver esta diferencia y entusiasmarte con el objetivo de lograr un acceso universal a la energía ¿no es lo mejor que te puede pasar como técnico y como persona? Además, nunca he trabajado con un grupo de profesionales tan entusiastas y entregados a esta tarea común.
Y Lucila, con semejante trayectoria profesional cuesta pensar que la conciliación haya sido una tarea fácil para ti ¿Cómo lo has conseguido? Necesitamos que nos aconsejes…
No era algo fácil, pero reconozco que tuve ayuda. Mi marido apoyaba mi trabajo, lo que no era muy habitual, aunque nunca me ayudó con la casa (lo que si era habitual) También tenía ayuda domestica. También me ayudó que me encantaba mi trabajo. El mayor problema era que en el trabajo y en casa tenía dos entornos sociales muy diferentes. Yo decidí desdoblarme en dos, ser Lucila en mi vida profesional y Luchy en mi vida familiar (Había hecho teatro ¿no?) Cada mañana al salir de casa y cada tarde al volver, cambiaba el chip. Los problemas asociados se quedaban para el otro lado. No era difícil. Todavía sigo siendo Lucila y Luchy
Gracias Lucila. Por otro lado, en el campo en el que te has desarrollado y más aun en fases tan tempranas, imagino que la presencia de la mujer no era muy común. ¿Cómo lo has vivido desde tu perspectiva?
Bueno, yo creo que tengo una buena capacidad de adaptación. Supongo que me lo habrían enseñado mis padres. He sabido ignorar lo que no me gustaba de la consideración profesional de la mujer y aprovechar lo que tenia de bueno. Quizás al trabajar en la administración esta posible diferencia de trato no era tan notable. Tanto los hombres como las mujeres tenían los mismos problemas en su vida laboral, que realmente les ofrecía pocos cambios durante muchos años. Personalmente, siempre me he sentido valorada y aunque ha habido momentos en los que me he visto perjudicada por ser mujer, creo que en otros muchos me vino bien. Ser la única mujer entre muchos hombres no siempre es malo. He estado muchos años en equipos de dirección y he notado que en muchos casos mi presencia actuaba como un moderador. Lo pasaba peor como Luchy. La mayor parte de las mujeres de nuestros amigos eran amas de casa que solo vivían a través de las vidas de sus maridos. Yo tenía poco que ver con ellas y en sus conversaciones me sentía totalmente acomplejada.
Bueno Lucila, y como ves, a día de hoy sigue habiendo, aunque por supuesto a otra escala y con numerosos pasos dados que ya están dando sus frutos, un problema en cuanto a la presencia de las mujeres en determinados sectores, como puede ser el de la energía ¿Por qué piensas que puede estar pasando esto y cómo crees que podríamos reducir la brecha?
Bueno, solo hasta hace pocos años hemos avanzado un poco en la corresponsabilidad de los hombres en la vida familiar. Y eso es un problema. Las mujeres hemos tenido que hacer un esfuerzo doble para llevar una trayectoria paralela a la de los hombres. La biología no nos ha ayudado nada. Superar la maternidad y una percepción tradicional de la mujer como simple madre durante siglos, no es nada fácil, la biología y la sociedad nos han empujado a los cuidados y lo relacionado con ellos. Todavía estamos buscando razones para entender por qué la mujer estudia medicina y no estudia ingeniería. Le podemos asignar muchas razones, la falta de referentes, los sesgos sociales, la dificultad, quizás, pero muchas sabemos que una de las mayores razones es no haber sabido dar un valor social a los estudios técnicos. En mi familia éramos dos hermanos y dos hermanas y los cuatro estudiamos carreras de ciencias. Los cuatro hemos sido felices porque hemos encontrado la forma de ver el valor social de nuestra actividad, la educación o la investigación. Pero cuando yo me sentí verdaderamente feliz es cuando aprecié que no era lo mismo vender kilovatios que proporcionar a alguien acceso a internet. Es muy distinta forma de ver el tema.
Hablamos mucho de los cuidados y creo que estamos equivocadas si en lugar de ponerlos en valor los estigmatizamos. Mi marido y yo teníamos las cosas claras, yo aportaba un sueldo bajo pero fijo, como elemento de seguridad familiar para que él pudiera arriesgar más y asumir nuevas responsabilidades. Pero toda valía igual. Yo llevaba los ministerios de educación, salud y familia y él los de economía, hacienda y transportes. Pero los dos éramos ministros. Yo estaba encantada con los míos, los otros no me seducían nada.
Me gustaría saber también Lucila, ya que has ocupado cargos de responsabilidad durante toda tu trayectoria, que elementos crees que tiene que tener una mujer para llegar a ellos y afrontarlos con naturalidad y eficacia.
Lo primero, creer en lo que está haciendo y porqué, estar segura de sí misma y verse igual que los hombres, no mejor o peor. Ser resiliente. Después de eso, no elegir una profesión porque esté de moda, no estar pendiente de cómo la ven los demás, pensar que porque sea guapa o elegante va a tener más oportunidades, cosas de esas
Finalmente, Lucila, voy a hacerte dos preguntas para conocerte un poco más a fondo. Imagina que tuvieses la oportunidad de pasar sólo unos minutos con Lucila cuando era una niña, qué le dirías?
Lo que me dijo a mí mi madre, lo que yo le dije a mis hijas y le digo a mis nietas, lo que acabo de decir antes. El mundo está abierto para ti, tú decides lo que quieres hacer en él
Y para finalizar, si ahora apareciese el genio de la lámpara y te diese sólo 10 segundos para formular un deseo… cual sería?
Vivir en una sociedad más justa e igualitaria. Creo que todos los problemas vienen de ahí. No es más importante la diferencia entre hombres y mujeres que entre ricos y pobres
Mil gracias Lucila por dejarnos conocerte un poco más desde AEMENER, sin duda alguna, eres una referencia para todas nosotras.